miércoles, 30 de diciembre de 2009

Summerhill




Summerhill es una escuela inglesa fundada en 1921 por Alexander Sutherland Neill. Atiende a niños de educación primaria y secundaria. Actualmente la directora es la hija de A.S. Neill, Zoë Neill Readhead.

Es una escuela democrática que se caracteriza por dos principios básicos: la posibilidad de que los alumnos escojan si quieren asistir a clase y la dinámica de las asambleas, donde todos participan, para decidir las normas de la escuela.

Summerhill se destaca por defender que los niños aprenden mejor libres de los instrumentos de coerción y represión usados por la mayoría de las escuelas. Todas sus aulas son opcionales, los alumnos pueden escoger las que desean frecuentar y las que no desean. Neill fundó la escuela con el convencimiento de que "un niño debe vivir su propia vida - no una vida que sus padres quieran que viva, no una vida decidida por un educador que supone saber lo que es mejor para el niño".

En “Summerhill” se desarrolla una educación basada en los siguientes principios pedagógicos: la felicidad como máxima aspiración de la educación, el amor y el respeto como bases de la convivencia y la importancia de la corporalidad y la sexualidad.
A partir de estos principios la escuela funciona con unas características especiales que la diferencian de las escuelas convencionales. Entre ellas destacan: ausencia de exámenes y calificaciones, asistencia no obligatoria a las clases, la asamblea como órgano de gestión, ausencia de reprimendas y sermones y trato igualitario entre niños y adultos.

La educación de Summerhill entra dentro de la pedagogía no directiva o pedagogía libertaria. Con matices, se ha desarrollado en distintos lugares del mundo donde existen escuelas similares a Summerhill, como Paideia en España. Para Neill, la educación en libertad es posible porque el niño responde positivamente al amor y la libertad. El origen de los problemas de muchos niños (y adultos) lo sitúa en la influencia ejercida por una sociedad enferma que reproduce sus propios miedos y su violencia. Al contrario, el entorno sano que representa la escuela fundada por Neill es la mejor terapia para curar los problemas de los niños y, tal vez, de toda la sociedad.
Por lo tanto, en su pedagogía no se marca de manera estricta un camino o modelo concreto a los niños. Es necesario procurar que se autodeterminen sin coacción ni miedos y que escojan la forma de vida que los haga más felices. El adulto debe evitar proyectar en los pequeños sus anhelos y frustraciones para conseguir este objetivo.

Aunque se ofrecen clases y talleres de todo tipo, Summerhill es sobre todo una comunidad antes que una escuela. El auténtico aprendizaje se da en la convivencia de chicos y chicas, el autogobierno y el ejercicio de la responsabilidad. Gracias a una interacción respetuosa con los demás, los chicos aprenden a vivir en sociedad.
Además, destaca la importancia dada al juego y las actividades artísticas y creativas, como el teatro o la danza. Frente a esto los libros pasan a un segundo lugar en la educación.
El ámbito donde la horizontalidad implica un gobierno común y compartido de la escuela es, lógicamente, la asamblea. Ésta es el órgano de gobierno en Summerhill, con potestad para decidir todo, menos la contratación y sueldo de los maestros. En ella adultos y niños intervienen y votan con total igualdad para resolver conflictos o decidir leyes. Su funcionamiento está también reglamentado y existen varios cargos sin poder y rotatorios para escribir las actas de las reuniones o moderar los debates, por ejemplo. Se reúne una vez por semana de manera ordinario y en las ocasiones extraordinarias que lo requieran. Además, existe un tribunal y un defensor del pueblo. Como afirma Neill, la asamblea es la verdadera lección que aprenden los niños.
Neill establece que la principal meta de una escuela debe ser auxiliar a sus alumnos para que estos sean capaces de encontrar la felicidad propia y es por eso que propone un modelo muy diferente al de las escuelas tradicionales, que según él sólo consiguen promover una atmósfera de miedo. Para que una persona sea feliz necesita primero ser libre para escoger su propio camino.
En Summerhill, ningún adulto tiene más derechos que un niño, todos tienen los mismos derechos. Todos deben ser libres, entendiendo la libertad como una construcción colectiva. La libertad no acaba cuando comienza la del otro, la libertad precisa que todos sean libres para existir.

En esa escuela todas las reglas de convivencia y soluciones a los problemas que surgen en el día a día son resueltas en una asamblea que ocurre semanalmente, donde cada persona, sea alumno o profesor, tiene derecho a hablar y votar, manteniéndose el principio de que todos los votos valen lo mismo. Las normas de la escuela son construidas entre todos, todos se sienten parte del colectivo y se empeñan en mejorarlo. Un buen ejemplo de eso son los castigos defendidos por la Asamblea. En una ocasión, un niño, que no tenía dinero para tener su propia bicicleta, cogió una de otro niño para dar una vuelta y acabó estrellándola. El castigo por coger los pedales de la bici de otro niño, que supuestamente no la cojía, fue acatar una multa, que consistía en no poder salir el fin de semana de paseo con esta, no obstante, al ser muy duro, todos los jóvenes se concienzaron y lo ayudaron a comprar unos pedales nuevos, así pudo irse con ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario